Día 32 de Cuaresma: Salmo 126

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Cuando el Señor restauró la cautividad de Sión,
    Éramos como los que soñaban.
Nuestras bocas se llenaron de risa,
    Nuestras lenguas con cánticos de alegría.
Entonces se dijo entre las naciones:
    “El Señor ha hecho grandes cosas por ellos.”
Grandes cosas ha hecho el Señor con nosotros,
    y estamos llenos de alegría.

Restaura nuestra fortuna, Señor,
    como arroyos en el Négueb.
Los que siembran con lágrimas
    segarán con cánticos de alegría.
Los que salen llorando,
    llevando semilla para sembrar,
regresará con canciones de alegría,
    llevando gavillas consigo.

Creo que nuestro Dios nos restaura. Podemos confiar en Él con nuestras vidas. Podemos depositar nuestra confianza en Él, sin importar nuestras circunstancias hoy, sabiendo que nuestro Dios no nos ha olvidado. Él tiene un camino que nos da vida a ti y a mí.

 

En las escrituras de hoy vemos a Dios restaurando una nación, la libertad, el propósito, la fortuna, la vida, la familia y el futuro. También es evidente que las situaciones de la vida pueden empeorar antes de mejorar. Para los israelitas, la situación no es mucho peor que la esclavitud, utilizada por los egipcios y aparentemente olvidada por Dios.

 

Luego llega la Pascua, cuando el ángel de la muerte literalmente pasa por alto los hogares de los fieles y los libera. El Salmo 126 describe la restauración de Dios para su pueblo. Él restaura la fortuna, la alegría, la cosecha y la abundancia; todas son razones para alabarlo y adorarlo.

 

En Juan 11, Jesús da nueva vida a Lázaro, a su familia y a sus amigos. Este fue un momento tan milagroso que Juan registra que muchos judíos creyeron en él como resultado.

 

Confiar en la restauración de Dios ciertamente requiere fe de nuestra parte. El ángel de la muerte solo pasa por alto los hogares de los israelitas cuando están bajo la sangre derramada. Servirle y adorarle es vital, incluso cuando la fortuna no nos acompaña. En los momentos de resurrección, elegimos lo que creemos. Me asombra Juan 11:45-47; hubo quienes vieron la muerte convertirse en vida y aun así decidieron no creer en Él.

 

Qué pequeño se vuelve nuestro mundo cuando olvidamos quién es Dios y su amor por nosotros. La Resurrección es la máxima expresión de la restauración de Dios a su pueblo. Toda la vida tiene un nuevo propósito, libertad y esperanza porque Jesús está vivo. Habrá quienes crean y otros que no, y como los fariseos, se preguntarán: "¿Qué haremos?".

 

Cuando esa sea tu pregunta, recuerda que Dios es nuestro restaurador; la Resurrección es nuestra prueba.

 

Autor: Virgilio Askren

Otras lecturas de Cuaresma para hoy:

  • Éxodo 12:21-27
  • Juan 11:45-57

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