Día 37 de Cuaresma: Hebreos 2

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Por tanto, es necesario que prestemos mucha más atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos de ello. (v. 1, RVR1960)

 

 

El autor de Hebreos nos advierte que no nos desviemos de las verdades acerca de Jesús que acaba de mencionar en el capítulo 1. Algunas de ellas son:

  • “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.”
  • “Que le adoren todos los ángeles de Dios.”
  • “Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos…”

Alejarnos de estas verdades nos pone en peligro de que naufrague nuestra fe, es decir, nuestra relación con Él.

 

Hoy no hablamos de este drástico desvío, sino de nuestra experiencia vital común: preguntarnos cómo llegamos adonde estamos. Habíamos querido quedarnos o ir en otra dirección, pero ahora nos encontramos en un lugar donde no nos propusimos estar.

 

Nos resulta muy fácil divagar. Nuestros ojos, que leen, pueden pasar de una palabra a otra mientras nuestra mente está pensando en otra cosa. ¿Cómo sucede esto? Estoy serio mientras rezo y de repente descubro que estoy pensando en el "no sé qué" de ayer. Divagar es una enfermedad humana; todos lo hacemos. ¿Podemos hacer algo al respecto?

 

El escritor de Hebreos advierte a sus lectores que conocer la verdad y seguir abrazándola es una actividad del Espíritu Santo y del creyente. Al enfrentar los desafíos de la vida, podemos sentirnos tentados a centrarnos en problemas a largo o corto plazo (¡o en ambos!) y caer en la monotonía cuando podríamos centrarnos en nuestros recursos innatos para afrontar los problemas.

 

Comenzar cada día reconociendo la presencia del Espíritu en nuestras vidas es un buen comienzo que nos permite expresar nuestras expectativas. Practicar la presencia de nuestro Señor a lo largo del día nos protege contra la rutina del "¿cómo es posible?", "¿por qué?", "¿si tan solo?" —ya entiendes las implicaciones— y nos impide desviarnos.

 

Las palabras hebreas y griegas que traducimos como espíritu significan viento o aliento. El "viento" del Espíritu está disponible, pero debemos izar nuestras velas para impulsarnos en la dirección deseada. Que el aliento/viento del Espíritu nos impulse mientras dejamos de ir a la deriva y llegamos a nuestro destino deseado. Como hijos de Dios, nuestro recurso fundamental es el Espíritu Santo. Él está llamando a nuestra puerta.

 

Mañana leeremos más de Hebreos 2 para descubrir cómo podemos frenar nuestra deriva.

 

Autor: Richard Lawson

Otras lecturas de Cuaresma para hoy:

  • Salmo 31:9-16
  • Isaías 53:10-12

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