Mateo 23:37-39
37 Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! 38«Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Jesús usa la imagen de una gallina que acorrala a sus polluelos bajo sus alas para protegerlos de los depredadores o de los elementos. Y los polluelos son ajenos al peligro, ajenos al acecho del depredador o a la crudeza de los elementos.
“Jerusalén, Jerusalén” —un grito tan desgarrador de los labios de Jesús sobre la ciudad y el pueblo que amaba. En lugar de elogiar su capacidad para guardar la ley de Dios y reflejar la gloria del Dios de Israel, Jesús los describe como un pueblo que mata a los mismos mensajeros que Dios les ha enviado. La lapidación se describía en el Antiguo Testamento como un castigo para quienes se manifestaban en contra de Dios de diversas maneras y con diversos comportamientos. Era una muerte brutal y se utilizaba para desalentar comportamientos que contradecían las promesas de su pacto. Al describir la lapidación como su forma de matar a los profetas, Jesús está diciendo en efecto... ¡Usáis el mensaje de Dios para matar a los mensajeros de Dios!
Hoy en día no se apedrea mucho. Pero no se necesita mucho tiempo navegando por Facebook para encontrar cristianos que usan la palabra de Dios como arma contra quienes creen o actúan de forma un poco diferente. En lugar de intentar encubrir y proteger, siento un impulso muy rápido de lanzar piedras, de defender mi postura menospreciando a alguien.
Al hacer esto, no se equivoquen, de ninguna manera demostramos el carácter del Dios que intentamos defender. Jesús dejó muy claro en Juan 8 que el hecho de tener una justificación bíblica no nos justifica para tomar la primera piedra.
Quizás hoy, en Cuaresma, sea un buen día para ponernos del lado de Jesús. Para contemplar la ciudad y a la gente de nuestros barrios, tanto físicos como virtuales, y en lugar de buscar la manera de recoger una piedra, buscar la manera de ofrecer protección. Necesitamos mirar a un grupo de personas de otra manera: para ayudar a alguien a encontrar la seguridad de Jesús. Para cambiar las piedras en nuestras manos por las plumas de una gallina amorosa. Quizás también descubramos que las plumas son más cómodas que las piedras.
Autor: David Brown
Otras lecturas de Cuaresma para hoy:
- Salmo 27
- Salmo 118:26-29