Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá.

¹ Tú, Dios, eres mi Dios,
    Te busco con ansias;
Tengo sed de ti,
    Todo mi ser te anhela,
en una tierra seca y árida
    donde no hay agua.

² Te he visto en el santuario.
    y contemplé tu poder y tu gloria.
³ Porque tu amor es mejor que la vida,
    Mis labios te glorificarán.
⁴ Te alabaré mientras viva,
    y en tu nombre alzaré mis manos.
⁵ Estaré plenamente satisfecho como con el más rico de los alimentos;
    Con labios que cantan te alabará mi boca.

⁶ En mi cama me acuerdo de ti;
    Pienso en ti durante las vigilias de la noche.
⁷ Porque tú eres mi ayuda,
    Canto a la sombra de tus alas.
⁸ Me aferro a ti;
    Tu mano derecha me sostiene.

¿Qué tan bueno es un vaso de agua cuando has tenido muchísima sed? ¡Es como un mundo nuevo! Antes de beberlo, solo pensabas en agua. Y después de que ese líquido fresco, maravilloso y transparente recorra la lengua y llegue al estómago, podemos centrarnos en ver el cielo azul. Recuperamos la energía. Podemos dejar de jadear. Podemos seguir adelante.

David se agazapó lejos de sus enemigos. En ese momento desesperado, recordó la presencia de Dios que saciaba su sed. El resultado fue un cántico de alabanza a Dios y su provisión. ¿Cuáles eran esas provisiones que articuló? Ver a Dios en la adoración, experimentar su amor, encontrar satisfacción y recibir ayuda. De hecho, Dios está tan lleno de estas provisiones para el cuerpo y el alma que la mente de David se volvió hacia Él en todas partes y de todas las maneras. En el santuario, en la noche, en sus cánticos, se aferraba a Dios y sentía su mano protectora. Dios está en todas partes y disponible en todo momento. Esto dio origen al canto.

Sabiendo que existen dificultades y que hay conflictos por todos lados y por delante, ¿qué canciones puedes cantar durante este tiempo de Cuaresma?

Autor: M. ReeAnn Hyde

Otras lecturas de Cuaresma para hoy:

Daniel 12:1-4

Apocalipsis 3:1-6