Filipenses 2
7 …sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. 8 Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Hebreos 2
10 Porque convenía que aquel por cuya causa y por quien subsisten todas las cosas, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18 Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
¡Ay, incluso cuando nos concentramos al máximo, nos desviamos! Ayer hablamos de este mal. Dejar que nos desvíen en cosas insignificantes es un "y qué". Dejar que nos desvíen en cosas serias puede diluir nuestra devoción a nuestro Señor y robarnos aquello con lo que Él desea bendecirnos.
De Filipenses entendemos que Jesús se despojó de parte de su esencia divina para ir más allá de identificarse con nosotros, su creación, y ser como nosotros, como ser humano. ¡Piensen en esto! Dejó las glorias del cielo para llenarse de nuestra esencia humana; es decir, compartir una comida, bromear, enseñar, amar, sentir dolor (tanto físico como mental), experimentar el ostracismo social y religioso, y lidiar con las frustraciones.
El escritor de Hebreos refuerza esta asombrosa verdad al afirmar que Jesús, el autor de nuestra salvación, ¡se perfeccionó mediante el sufrimiento! ¿Cómo puede alguien perfecto ser perfeccionado? Perfecto aquí significa "cumplido" o "completado". Nuestro Señor no fue un líder filosófico que se sentaba sobre las masas proclamando verdades a sus seguidores. Nuestro Señor Jesús vivió nuestra vida de decepción, hambre, sed y traición; y la lista continúa. ¿Por qué? Porque Él es verdaderamente Dios (quien era, es y ha de venir) y verdaderamente humano. Como el único Dios/Hombre, Jesús pudo ser el sacrificio perfecto para ofrecer expiación por nuestros pecados.
Podemos entregar nuestras frustraciones y fracasos a nuestro Señor comprensivo, quien nos dice: «Sé cómo te sientes, he pasado por eso». Apartar la mirada de Jesús, desviándonos hacia una dirección que no deberíamos, es una fragilidad humana. ¡El Espíritu puede redirigir nuestro rumbo cuando navegamos para atrapar su viento!
Autor: Richard Lawson
Otras lecturas de Cuaresma para hoy:
- Salmo 31:9-16
- Isaías 54:9-10