Era enero de 1996, mientras Garth y yo estábamos de gira por Israel con un grupo de nazarenos, nos encontramos acercándonos a la Iglesia de la Natividad en Belén, este lugar conmemorativo del nacimiento de Jesús. Al acercarnos, pudimos ver una puerta muy pequeña. Una puerta extraña para un edificio de piedra tan grande. Había sido mucho más grande en un tiempo, es decir, antes de que los turcos invadieran la ciudad y luego atravesaran a caballo la puerta de la iglesia, en desprecio del Lugar Santo. El lugar de honor del nacimiento de Jesús el Mesías. La gran entrada, ahora reducida de tamaño con grandes piedras para que no volviera a haber semejante intrusión.
Para entrar a la iglesia teníamos que agacharnos y con la cabeza gacha. Me pareció bastante humillante, como debería ser, entrar en un lugar de reverencia así. Una vez dentro, el olor a incienso nos envolvió mientras el canto de los monjes resonaba por los pasillos. Era un lugar de santidad, recuerdo y adoración. Fue entonces, cuando comencé a asimilar todo lo que nos rodeaba, en ese gran salón que las palabras de Miqueas pasaron por mi mente: “Pero tú, Belén (que significa Casa del Pan) Efrata, aunque eres pequeña entre los miles de Judá , pero de ti me saldrá el que será Señor en Israel, cuyos orígenes son desde el principio, desde la eternidad” (v. 2; NVI).
“Aún quedaba mucho por revelar. Los gobiernos serían derrocados para hacer necesario que María, aún embarazada, hiciera el viaje de Nazaret a Belén... en el futuro: El nacimiento de este Rey Salvador sería diferente al nacimiento de cualquier otro, porque Él era preexistente. Él es desde la eternidad” (Comentario de Nelson).
Una escalera de caracol de piedra nos llevó al nivel inferior de la iglesia, donde una monja muy frágil estaba sentada con un asistente junto al lugar de nacimiento de Cristo. Un lugar excavado en una pared de roca. A lo lejos, en esta zona cavernosa, podíamos escuchar voces de otros peregrinos cantando cantos de alabanza a nuestro bendito Redentor mientras celebraban Su nacimiento aquí en este humilde lugar, el lugar de las ovejas. Estos cantantes, tan parecidos a los primeros creyentes, cuyas cargas eran pesadas, encontraban consuelo ante los problemas de la vida, mientras lo honraban a Él, el Mesías. Que busques y encuentres Su paz mientras lo adoras durante esta estación tan santa del año.
Norma Lee Hyde
Norma Lee Hyde ha sido miembro de la Iglesia del Nazareno Trinity durante 11 años. Tiene tres hijos vivos: Bud, ReeAnn y Mary, y una hija en el cielo, Becky. Cuatro nietos y siete bisnietos. Algunos de los aspectos más destacados de su vida han sido ser miembro del consejo de extensión misionera del Distrito de Los Ángeles, haber servido como asistente del secretario ejecutivo de la Iglesia del Nazareno del Distrito de Los Ángeles, así como secretaria de Loyola Village. Escuela primaria en Westchester, California, un suburbio de Los Ángeles. Ella y su esposo han estado en el ministerio durante más de cincuenta años en la Iglesia del Nazareno. Le gusta escribir, la forma artística de la acuarela. Jesucristo es el fundamento de su mismo ser. La de su ser en Él y lo que se ha convertido en Él y por Él. Los amores de toda su vida son su esposo Garth y sus cuatro hijos, nietos y bisnietos y el amor por la familia de Dios.
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